Juro por mi mismo
(Gn 22: 16)

domingo, 13 de mayo de 2012

La interpretación


Porque Dios -los jesuístas lo han dicho- elige mil maneras de entrar en las almas: el polvo de oro, un cisne, un toro, una paloma, ¿quien sabe qué otras? Para un gigoló que vende chapas, puede que Él halla elegido un método que la teología no ha catalogado, puede haber elegido ser 
La Chapa.
(Jean Genet, Notre-Dame-des-Fleures)

    Venimos de ver que la interpretación de la Biblia entraña una serie de problemas que no tienen tanto que ver con la dificultad del mensaje que transmiten, como con nuestra capacidad para adecuarnos a una mentalidad completamente diferente. De hecho los textos en sí no suelen ser especialmente complicados en cuanto a su temática, y no pueden serlo porque en origen iban dirigidos a un pueblo iletrado, no a filósofos, historiadores y lingüistas, y sobre todo, no a teólogos.

    El salto cultural e ideomático nos impide en ocasiones capar el sentido a la primera y nos exige una interpretación pero, ¿qué es interpretar? Cuando el músico toca siguiendo una partitura decimos que la interpreta, el juez interpreta las leyes para aplicarlas, el Nuevo Testamento interpreta al Antiguo, una traducción es una interpretación de un texto para hacerlo accesible en otra lengua, cuando sacamos conclusiones de una lectura decimos que interpretamos y algunos textos, como los poéticos, hay que saber interpretarlos para entenderlos...
  Tomemos como ejemplo el sermón en una iglesia. La moralina dominical es una interpretación de un texto bíblico recién leído. Esos textos son una traducción (interpretación) de los originales y forman parte de un contexto religioso que también los interpreta. Ese contexto no es autónomo, se apoya en una serie de interpretaciones que se acumulan sobre el texto y a las cuales llamamos “tradición”. Además, como hemos dicho, el Nuevo Testamento interpreta al Antiguo y el texto del Antiguo es o incorpora interpretaciones.

    Con todo esto comprenderán mi desconfianza cuando alguien pretende ser intérprete de la voluntad de Dios. Personalmente prefiero buscar un método que me ayude a encontrar el sentido de los textos y a transmitíroslo. En la investigación literaria disponemos de muchas herramientas: fuentes, tradiciones, géneros literarios, redacción, estudios comparativos, etc. Pero de vez en cuando resulta saludable distanciarse del método interpretativo para organizarlo, controlarlo y por qué no, explicarlo a los otros.
    De mi método me distancio convirtiéndolo en un problema a estudiar considerando los diferentes aspectos de la interpretación: psicológico (cómo entiendo el texto); de condiciones de posibilidad (qué clarifica y cuáles son los límites del método); científico (qué legitimidad tiene el método que uso, si es riguroso o no, si excluye arbitrariedades); sociológico (cómo me condiciona mi educación al interpretar, mi cultura, mi ambiente vital); filosófico (cómo me interpreto yo ante el texto); ontológico (qué categorías operan en mi método y según qué jerarquía); fenomenológico (qué es un texto, cómo existe, cómo se produce un texto); teológico (cómo interpretan el texto los que lo consideran comunicación de Dios); bíblico (qué particularidades ofrece un texto literario tan determinado).
    Puede que lleguemos a un nivel de compresión de la obra que nos aventure a afirmar que nos sentimos capaces de comprender su significado. Cuando se capta el sentido de una comunicación escrita no sólo se leen frases, sino que se adquieren ideas y se comprenden conceptos: los que están significados en el texto. Este trabajo revela un hecho que por evidente, a veces olvidamos: la necesidad de vencer una distancia, la necesidad de adecuarse como lector a un escrito que nos resulta ininteligible; pero cuando lo conseguimos, nos trasladamos en cierto modo a la realidad que dio origen a ese escrito.

    Para clarificar todo esto vamos a tomar la división que hace Emilio Betti en su Teoría general de la interpretación. Según su función la interpretación puede ser:
  1. Interpretación reproductiva: consiste en hacer presente un texto. Es, simple y llanamente, leerlo. Por ejemplo cuando se lee la biblia en un acto religioso, se representa una obra teatral o se ejecuta una pieza musical. En todas estas acciones se comunica un mensaje que se conserva en un determinado registro.

  2. Interpretación explicativa: a veces el oyente no entiende el mensaje que se reproduce y es necesaria una explicación ulterior. Por ejemplo, en una primera lectura del capítulo 19 del Génesis entenderemos que Dios destruye Sodoma y Gomorra porque eran todos una panda de maricones viciosos, y veremos que de la masacre se salva sólo Lot (sobrino de Abraham) y sus dos hijas, porque resultaron ser los únicos justos. Pero quizás nos llame la atención que el capítulo termine contándonos que las hijas de Lot, sedientas de sexo, deciden emborrachar a su padre para acostarse con él1, y este incesto no es castigado, ni siquiera reprendido por la divinidad omnipotente.


    Albrecht Altdorfer (1480-1538), Lot con sus hijas
       Si en vez de sacar conclusiones precipitadas nos detenemos a contextualizar la leyenda, veremos que según la Biblia Sodoma y Gomorra fueron dos ciudades-estado que formaron una confederación cananea con otras tres, Admah, Bala-Zoar y Zeboyim2, contra las que se enfrentaron las tribus hebreas en su intento de conquistar Canaan. Sodoma y Gomorra fueron destruidas junto con sus aliadas3 y se encontraban en una región que los hebreos llamaban Valsidín (Mar de la Sal, hoy el Mar Muerto) que disponía de ricas tierras de cultivo4 y apreciados pozos de asfalto5. El texto fue redactado muchos siglos después, sobre el vago recuerdo de las batallas mantenido a través de la trasmisión oral en una sociedad fuertemente patriarcal, en la cual la acusación de homosexualidad era una forma fácil de ridiculizar al enemigo.
        Por otra parte, el resultado del incesto cometido por las hijas de Lot es que la mayor tuvo un hijo, al que llamó Moab, que fue el padre de los actuales moabitas. También la menor tuvo un hijo, al que llamó Ben-amí, que fue el padre de los actuales amonitas (Gen 19: 37-38). Resulta que los moabitas y los amonitas fueron acérrimos enemigos de los judíos y controlaron los territorios pertenecientes a la pentápolis en discordia. El hecho de que la Biblia diga actuales moabitas y actuales amonitas nos indica que cuando el cuento fue tomado por escrito estas tribus no habían sido vencidas y eran contemporáneas del piadoso escriba. El incesto era una forma más de envilecer el origen de esos pueblos sin negar el hecho evidente de que desde un punto de vista tribal estaban emparentados con los hebreos, relacionando a todos con Abraham. 
       Nos encontramos más que ante un acontecimiento histórico expresión de la voluntad divina, ante el producto del resentimiento contra el enemigo invicto. Si asumiéramos una interpretación literal del texto, habría que aceptar que los habitantes de Sodoma y Gomorra nacieron después de haber sido destruidos por Yahvhé.
      En todo caso, la interpretación explicativa implica siempre una interpretación reproductiva, que es la verdaderamente importante porque es la que posibilita la comunicación del mensaje.
  1. Interpretación normativa: es la función que establece el sentido del texto estableciendo una norma de pensamiento y/o de acción. Por ejemplo, cuando alguien lee el capítulo 19 del Génesis y establece que la homosexualidad es una enfermedad mental y en consecuencia los “maricones” deben ser privados de los derechos civiles elementales.

    A nosotros nos interesan sobre todo las dos primeras funciones, que nos ayudan a entender cuanto venimos diciendo hasta ahora. Lo que nunca llegaré a comprender es por qué hay quien piensa que puede cagarse en lo que le venga en gana escudándose detrás de sus creencias religiosas, mientras los demás no podemos cagarnos en la religión apoyándonos en el intelecto, so pena de ofender sus sentimientos religiosos.

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